Acompañamiento Musical Hermandad Expiración de Córdoba

Banda de Música Nuestra Señora del Carmen de Villalba del Alcor

La Real, Venerable e Ilustre Hermandad de Penitencia y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Expiración, María Santísima del Silencio, Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos Coronada y San Antonio María Claret ha elegido a la Banda de Música de Nuestra Señora del Carmen de Villalba del Alcor para acompañar a Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos Coronada en su procesión por las calles de la ciudad cordobesa en la tarde del Viernes Santo. De esta forma, la Banda de Música Amueci dejará de acompañar a la Titular Mariana de la Hermandad tras 30 años de relación musical.

Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos Coronada | Hermandad de la expiración

Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos Coronada

Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos Coronada

La imagen de Nuestra Señora del Rosario de la Hermandad de la Expiración es una talla de Luis Álvarez Duarte.

La Titular Mariana de dicha Hermandad fue tallada en el año 1973, refleja el sufrimiento y el amor por su hijo.

HISTORIA Hermandad de la expiración

La historia de la Real, Venerable e Ilustre Hermandad de Penitencia y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Expiración, María Santísima del Silencio, Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos Coronada y San Antonio María Claret se remonta al siglo XVII, concretamente al convento franciscano de San Pedro el Real, comúnmente conocido como San Francisco. En este convento, bajo la advocación de San Diego y San Acacio, se estableció una cofradía con el propósito de rendir culto al Santísimo Cristo de la Expiración.

La imagen del Santísimo Cristo de la Expiración, de autor anónimo y estilo granadino, datada de los primeros años del siglo XVII, representa el momento en que Jesucristo, en la cruz, exhala su último aliento encomendando su Espíritu al Padre.

La cofradía de San Diego y San Acacio se consolidó entre los años 1605 y 1615, siendo una corporación abierta a todos los estratos sociales de la época, tanto hombres como mujeres. Aunque la presencia de una cofradía no pasionista en la Semana Santa de Córdoba no era una excepción en ese momento, el intenso fervor generado en la ciudad por la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración llevó a que la cofradía adoptara el nombre de la advocación de su imagen titular, convirtiéndose así en la COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA EXPIRACIÓN a principios del siglo XVIII.

Desde su fundación hasta el año 1657, la cofradía realizaba su estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral el Jueves Santo. A partir de 1658, este acto se trasladó al Viernes Santo, tras firmar una concordia con otras cofradías locales para garantizar su derecho a procesionar ese día.

El cortejo procesional estaba compuesto por cinco pasos, entre los que se encontraban el Santísimo Cristo de la Expiración, la Dolorosa bajo la advocación de Nuestra Señora de la Estrella, San Diego de Alcalá con la cruz, San Juan y María Magdalena. Estas imágenes eran acompañadas por penitentes vestidos con túnicas y cubrirrostros.

Aunque la cofradía experimentó un período de gran actividad y desarrollo hasta 1740, con proyectos destacados como la doradura del retablo del titular a cargo del artista Pedro de Cobaleda, la llegada del siglo XVIII marcó una fase de declive debido a la política ilustrada y las medidas regalistas que desalentaban las expresiones de religiosidad popular de estilo barroco. Esto llevó a que, alrededor de 1780, la hermandad dejara de realizar su estación de penitencia.

La invasión de las tropas francesas y las regulaciones sobre procesiones de Semana Santa publicadas en 1820 por el Obispo Pedro Antonio de Trevilla, provocaron la inactividad institucional de la hermandad. Sin embargo, la devoción al Santísimo Cristo de la Expiración nunca decayó en el pueblo de Córdoba, manteniendo un fuerte culto sustentado en los milagros y prodigios atribuidos a la imagen a lo largo del tiempo.

En el año 1904, un acontecimiento significativo marcó el devenir futuro de la Hermandad de la Expiración: la llegada de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María a la Real Iglesia de San Pablo. Este templo, restaurado por la comunidad claretiana, fue rescatado del avanzado estado de ruina en el que se encontraba.

Impulsados por el deseo de venerar una imagen religiosa de gran devoción popular en dicho templo, los claretianos solicitaron al rector de la Iglesia de San Francisco y San Eulogio de Córdoba -antiguo convento franciscano de San Pedro el Real-, la entrega del Santísimo Cristo de la Expiración. Tras la autorización episcopal, el 25 de marzo de 1904 se hizo entrega de la imagen.

En el año siguiente, en 1905, gracias a una donación recibida, llegó a la Real Iglesia de San Pablo la imagen de María Santísima del Silencio, conocida entonces como Nuestra Señora de los Dolores. Junto al Santísimo Cristo de la Expiración, esta imagen configuró la escena del “Stabat Mater”, que aún hoy se puede contemplar tanto en su capilla como en el paso procesional.

María Santísima del Silencio, una obra anónima de estética granadina tallada en el siglo XVIII, representa a una María abatida por el dolor, inclinando su cabeza y recogiéndose en sí misma.

Desde la llegada del Santísimo Cristo de la Expiración a la Real Iglesia de San Pablo, la devoción hacia esta imagen no hizo más que aumentar. La comunidad claretiana celebraba diversas festividades en su honor a lo largo del año, incluyendo un septenario en Cuaresma que consistía en el ejercicio de la “Vía Sacra”, seguido de lecturas y un sermón. Además, aunque la hermandad aún no estaba debidamente organizada, la devoción popular llevó al Crucificado a participar en la procesión oficial del Santo Entierro el Viernes Santo de 1918, acompañado únicamente por fieles y devotos.

Fue el 7 de abril de 1918 cuando se reorganizó oficialmente la antigua cofradía de San Diego y San Acacio bajo el nuevo título de HERMANDAD DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA EXPIRACIÓN Y MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES. Este hito fue posible gracias al impulso de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, liderados por su Superior, el P. Patricio Mediavilla, quien fue nombrado Presidente Honorario en ese acto.

La primera Junta de Gobierno de la reorganizada hermandad estuvo compuesta por Francisco González como Hermano Mayor, José Guerra como Vicepresidente, Joaquín Roses como Secretario, entre otros cargos. Una de las primeras decisiones de esta junta fue instaurar una función mensual en honor al Santísimo Cristo de la Expiración.

El 14 de septiembre de 1918, día de la Exaltación de la Santa Cruz, se celebró una misa en honor al Santísimo Cristo de la Expiración, marcando otro momento importante en los cultos de la hermandad. En marzo de 1919, se llevó a cabo el primer quinario dedicado al Santísimo Cristo de la Expiración.

El Viernes Santo de 1919, la hermandad realizó su primera estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral como parte de la procesión oficial del Santo Entierro.

El hábito penitencial de los cofrades consistía en una túnica negra con cíngulo, cubrerrostro y capa de color morado.

Para el año 1921, la hermandad había experimentado un crecimiento considerable en el número de hermanos y había adquirido una notable presencia social. Participaron en varios eventos importantes, como la toma de posesión de Monseñor Adolfo Pérez Muñoz como Obispo de la Diócesis de Córdoba y la visita de Monseñor Antonio Pueyo del Val, Obispo de Pasto (Colombia).

Los cultos religiosos continuaron sin cambios hasta 1927, incluyendo la función mensual en honor al Santísimo Cristo de la Expiración y el quinario en Cuaresma, entre otros. La hermandad también participaba en eventos externos, como acompañar al Santísimo en la procesión de la iglesia parroquial de San Lorenzo.

Entre 1919 y 1926, la hermandad participó en la procesión oficial del Santo Entierro el Viernes Santo, aunque en 1922 tuvieron que suspender su estación de penitencia debido al mal estado de su paso procesional.

En enero de 1927, con la elección del Marqués de Boil como Hermano Mayor, la Hermandad de la Expiración entra en una nueva etapa que se prolongaría hasta finales de 1942.

Una de las primeras acciones del Marqués de Boil como Hermano Mayor fue establecer unas nuevas Reglas para la hermandad. Estas Reglas, aprobadas por el Vicario General de la Diócesis de Córdoba en agosto de 1928, no solo delinearon los propósitos y los actos de culto de la corporación, sino que también introdujeron disposiciones que regulaban su estructura organizativa, los derechos y deberes de sus miembros, así como la disposición de los bienes en caso de disolución.

Con el marco normativo establecido, la Junta de Gobierno se dedicó a elevar el prestigio de los cultos dedicados a los Sagrados Titulares y a mejorar la estación de penitencia que la hermandad realizaba el Viernes Santo como parte de la procesión oficial del Santo Entierro.

Para aumentar la importancia de los cultos, el Prelado de la Diócesis de Córdoba otorgó indulgencias a los fieles que asistieran al quinario en honor al Santísimo Cristo de la Expiración. Además, se instauró una práctica singular: todos los viernes del año, a las tres de la tarde, se tocaban treinta y tres campanadas en la Real Iglesia de San Pablo para invitar a los fieles a rezar una oración al Santísimo Cristo de la Expiración, con lo cual se concedían cincuenta días de indulgencia.

Con el objetivo de mejorar la estación de penitencia, en julio de 1927 se lanzó una suscripción popular para financiar un nuevo paso procesional para el Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima del Silencio. Gracias a las contribuciones de numerosos devotos, empresas y entidades públicas, el proyecto se completó en mayo de 1928. El nuevo paso, elaborado por Guillermo Nieto Guerrero de Sevilla, fue estrenado en la estación de penitencia de 1929.

En mayo de 1930, la Marquesa de Boil donó un manto y una saya de terciopelo negro bordados en oro fino por las Religiosas Adoratrices para María Santísima del Silencio. Estas piezas, que se siguen utilizando en la actualidad, realzaron la belleza de la Dolorosa en la estación de penitencia.

Con estas iniciativas, la Junta de Gobierno logró fortalecer tanto los cultos internos como la estación de penitencia, lo que resultó en un aumento significativo del número de hermanos.

En esta segunda etapa después de la reorganización, la hermandad participó en la procesión oficial del Santo Entierro en el Viernes Santo de los años 1927 a 1931, en 1935 y de 1937 a 1941. Sin embargo, en los años 1932, 1933, 1934 y 1936, debido a la situación política y social del país, la hermandad no realizó la estación de penitencia. A pesar de ello, mantuvo sus cultos internos según lo establecido, como la función mensual en honor a los Sagrados Titulares y el quinario en Cuaresma, así como la celebración de la Santa Misa en fechas significativas como el 3 de mayo y el 14 de septiembre.

En 1942, la hermandad se enfrentó a una crisis institucional que llevó a su exclusión de la procesión oficial del Santo Entierro en Semana Santa de ese año. A partir de entonces, su actividad se limitó a la celebración de cultos internos, principalmente gracias al esfuerzo de las damas camareras, lideradas por la Marquesa de Boil.

La crisis que se inició a principios de 1942 culminó con la elección de Pedro Moya Cerezuela como Hermano Mayor en enero de 1943. Moya Cerezuela tenía la intención de darle a la hermandad una nueva identidad.

A nivel institucional, la corporación modificó su título, adoptando el nombre de «Real Venerable e Ilustre Hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración», un precedente directo del título que ostenta en la actualidad.

En el aspecto social, la hermandad pasó a estar compuesta principalmente por jóvenes estudiantes, quienes contribuyeron de manera extraordinaria a dinamizar la institución. Tanto fue así que en la asamblea general de 1945 se decidió incorporar el apelativo de «Cofradía de Estudiantes» al título de la corporación.

Desde una perspectiva estrictamente cofrade, el objetivo del nuevo Hermano Mayor era restaurar el espíritu de las antiguas cofradías penitenciales de Semana Santa, proyectando una imagen de austeridad y penitencia al exterior.

Para lograr esto, se adquirieron insignias acordes con la nueva impronta de la cofradía y se adoptó un nuevo hábito penitencial, compuesto por una túnica negra de cola, cubrerrosto negro, cinturón de esparto y alpargatas sin calcetines.

Bajo estas premisas, la cofradía volvió a realizar la estación de penitencia en Viernes Santo en 1943, aunque ese año, debido al mal tiempo, no logró salir de la Real Iglesia de San Pablo.

Durante los años 1944 a 1946, la corporación participó en la procesión oficial del Santo Entierro como lo venía haciendo tradicionalmente.

En 1947, la hermandad logró un hito histórico al realizar la estación de penitencia de forma autónoma, desvinculándose de la procesión oficial del Santo Entierro. Sin embargo, para lograr este cambio, la cofradía tuvo que aceptar realizar su estación el Martes Santo, en lugar del Viernes Santo, como era costumbre.

Al abandonar la procesión oficial del Santo Entierro, la cofradía dejó de realizar la estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral, limitándose a un recorrido por el centro comercial de la ciudad.

En 1956, la cofradía adoptó un nuevo itinerario para su estación de penitencia, alejándose del centro comercial y transitando por lugares más recogidos para fomentar el recogimiento. Este cambio se mantuvo hasta 1961.

En cuanto a los cultos internos, la hermandad mantuvo el quinario anual en Cuaresma en honor al Santísimo Cristo de la Expiración, así como otras celebraciones.

Entre 1943 y 1956, la hermandad experimentó un florecimiento, avanzando en su patrimonio y realizando mejoras significativas, como la restauración de la imagen del Cristo, el traslado de los Sagrados Titulares a una nueva capilla y la adquisición de un nuevo paso procesional.

A partir de 1956, la actividad de la hermandad comenzó a decrecer, reflejando una tendencia general de declive en las cofradías penitenciales. A pesar de los esfuerzos de la Junta de Gobierno, en 1962 la cofradía no realizó su estación de penitencia debido a una nueva crisis.

La historia de la Hermandad de la Expiración desde la década de 1960 hasta la actualidad muestra una notable revitalización y evolución tanto en su organización interna como en sus actividades sociales y culturales.

Después de un periodo de crisis a principios de la década de 1960, la hermandad experimentó un renacimiento impulsado por un grupo de jóvenes cofrades liderados por José Flores Revuelto. Desde entonces, se han implementado numerosas iniciativas para fortalecer la participación de los miembros y su compromiso social.

La actualización de las Reglas en 1966 refleja un enfoque más inclusivo y participativo, alentando una mayor colaboración y compromiso entre los hermanos. Se estableció un lema, «la hermandad es todo el año», para fomentar una participación continua más allá de la Semana Santa.

La hermandad también ha ampliado su alcance social, colaborando con organizaciones como Caritas Diocesana y PROCLADE BETICA, apoyando proyectos para estudiantes necesitados y realizando recogidas de alimentos para comunidades desfavorecidas.

En el ámbito cultural, la hermandad ha promovido conferencias, cursillos y programas de radio sobre la Semana Santa, así como actividades abiertas al público en general, como el ciclo de conferencias «Los viernes de la Expiración» y la participación en la feria de mayo de Córdoba.

El compromiso con la comunidad también se refleja en la creación de un Grupo Joven en 1974 y la formación de la primera cuadrilla de hermanos-costaleros en 1975, abriendo nuevas oportunidades de participación para la juventud.

En cuanto a los aspectos religiosos, la hermandad ha mantenido una intensa vida de culto interno, con una variedad de celebraciones que incluyen quinarios, fiestas principales, Vía-Crucis y actos especiales en honor a los titulares de la hermandad. La incorporación de la banda de música y el trío de música de capilla en el cortejo procesional ha contribuido a crear un ambiente de recogimiento durante la estación de penitencia.

El patrimonio de la hermandad también ha experimentado un crecimiento significativo, con la adquisición de nuevas imágenes y elementos procesionales, así como la creación de obras de orfebrería y bordado de alta calidad.

El proceso que llevó a la Coronación fue un esfuerzo colectivo, una muestra de unidad y devoción. Desde la recepción en audiencia por el Obispo hasta el Cabildo General Ordinario de hermanos, cada paso fue dado con determinación y entusiasmo. La aprobación del expediente de Coronación y la lectura del decreto por parte del Prelado fueron momentos de alegría y gratitud para todos los cofrades.

Los preparativos para la Coronación no solo involucraron aspectos litúrgicos, sino también culturales y sociales. La presentación del cartel, el ciclo de conferencias y el pregón fueron oportunidades para profundizar en la fe y la devoción mariana. Además, los gestos de solidaridad, como los donativos a la comunidad parroquial y el almuerzo para los ancianos, reflejaron el compromiso social de la hermandad.

El día de la Coronación, con la Misa Pontifical presidida por el Obispo, fue un momento de solemnidad y emoción. La imposición de la corona a Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos, diseñada por Luis Álvarez Duarte y cincelada en oro, fue un acto cargado de simbolismo y belleza. La procesión posterior, acompañada por la música del Regimiento de Infantería Soria Nº 9, fue una expresión de júbilo y gratitud.

Los días posteriores, con el triduo de acción de gracias, el besamanos extraordinario y la misa en memoria de los fallecidos, fueron momentos de reflexión y celebración. La Coronación no solo fue un reconocimiento externo, sino también una oportunidad para renovar el compromiso de la hermandad con su fe y su labor social.

En resumen, la Hermandad de la Expiración ha evolucionado desde una crisis inicial hasta convertirse en una institución vibrante y activa, comprometida tanto con sus miembros como con la comunidad en general. Su enfoque inclusivo, su compromiso social y su rica vida de culto la han convertido en un pilar importante de la vida religiosa y cultural de Córdoba.

Acompañamiento Musical Hermandad Expiración de Córdoba

La Real, Venerable e Ilustre Hermandad de Penitencia y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Expiración, María Santísima del Silencio, Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos Coronada y San Antonio María Claret ha elegido a la Banda de Música de Nuestra Señora del Carmen de Villalba del Alcor para acompañar a Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos Coronada en su procesión por las calles de la ciudad cordobesa en la tarde del Viernes Santo. De esta forma, la Banda de Música Amueci dejará de acompañar a la Titular Mariana de la Hermandad tras 30 años de relación musical.

Banda de Música Nuestra Señora del Carmen de Villalba del Alcor

Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos Coronada | Hermandad de la expiración

Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos Coronada

Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos Coronada

La imagen de Nuestra Señora del Rosario de la Hermandad de la Expiración es una talla de Luis Álvarez Duarte.

La Titular Mariana de dicha Hermandad fue tallada en el año 1973, refleja el sufrimiento y el amor por su hijo.

HISTORIA Hermandad de la expiración

La historia de la Real, Venerable e Ilustre Hermandad de Penitencia y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Expiración, María Santísima del Silencio, Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos Coronada y San Antonio María Claret se remonta al siglo XVII, concretamente al convento franciscano de San Pedro el Real, comúnmente conocido como San Francisco. En este convento, bajo la advocación de San Diego y San Acacio, se estableció una cofradía con el propósito de rendir culto al Santísimo Cristo de la Expiración.

La imagen del Santísimo Cristo de la Expiración, de autor anónimo y estilo granadino, datada de los primeros años del siglo XVII, representa el momento en que Jesucristo, en la cruz, exhala su último aliento encomendando su Espíritu al Padre.

La cofradía de San Diego y San Acacio se consolidó entre los años 1605 y 1615, siendo una corporación abierta a todos los estratos sociales de la época, tanto hombres como mujeres. Aunque la presencia de una cofradía no pasionista en la Semana Santa de Córdoba no era una excepción en ese momento, el intenso fervor generado en la ciudad por la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración llevó a que la cofradía adoptara el nombre de la advocación de su imagen titular, convirtiéndose así en la COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA EXPIRACIÓN a principios del siglo XVIII.

Desde su fundación hasta el año 1657, la cofradía realizaba su estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral el Jueves Santo. A partir de 1658, este acto se trasladó al Viernes Santo, tras firmar una concordia con otras cofradías locales para garantizar su derecho a procesionar ese día.

El cortejo procesional estaba compuesto por cinco pasos, entre los que se encontraban el Santísimo Cristo de la Expiración, la Dolorosa bajo la advocación de Nuestra Señora de la Estrella, San Diego de Alcalá con la cruz, San Juan y María Magdalena. Estas imágenes eran acompañadas por penitentes vestidos con túnicas y cubrirrostros.

Aunque la cofradía experimentó un período de gran actividad y desarrollo hasta 1740, con proyectos destacados como la doradura del retablo del titular a cargo del artista Pedro de Cobaleda, la llegada del siglo XVIII marcó una fase de declive debido a la política ilustrada y las medidas regalistas que desalentaban las expresiones de religiosidad popular de estilo barroco. Esto llevó a que, alrededor de 1780, la hermandad dejara de realizar su estación de penitencia.

La invasión de las tropas francesas y las regulaciones sobre procesiones de Semana Santa publicadas en 1820 por el Obispo Pedro Antonio de Trevilla, provocaron la inactividad institucional de la hermandad. Sin embargo, la devoción al Santísimo Cristo de la Expiración nunca decayó en el pueblo de Córdoba, manteniendo un fuerte culto sustentado en los milagros y prodigios atribuidos a la imagen a lo largo del tiempo.

En el año 1904, un acontecimiento significativo marcó el devenir futuro de la Hermandad de la Expiración: la llegada de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María a la Real Iglesia de San Pablo. Este templo, restaurado por la comunidad claretiana, fue rescatado del avanzado estado de ruina en el que se encontraba.

Impulsados por el deseo de venerar una imagen religiosa de gran devoción popular en dicho templo, los claretianos solicitaron al rector de la Iglesia de San Francisco y San Eulogio de Córdoba -antiguo convento franciscano de San Pedro el Real-, la entrega del Santísimo Cristo de la Expiración. Tras la autorización episcopal, el 25 de marzo de 1904 se hizo entrega de la imagen.

En el año siguiente, en 1905, gracias a una donación recibida, llegó a la Real Iglesia de San Pablo la imagen de María Santísima del Silencio, conocida entonces como Nuestra Señora de los Dolores. Junto al Santísimo Cristo de la Expiración, esta imagen configuró la escena del “Stabat Mater”, que aún hoy se puede contemplar tanto en su capilla como en el paso procesional.

María Santísima del Silencio, una obra anónima de estética granadina tallada en el siglo XVIII, representa a una María abatida por el dolor, inclinando su cabeza y recogiéndose en sí misma.

Desde la llegada del Santísimo Cristo de la Expiración a la Real Iglesia de San Pablo, la devoción hacia esta imagen no hizo más que aumentar. La comunidad claretiana celebraba diversas festividades en su honor a lo largo del año, incluyendo un septenario en Cuaresma que consistía en el ejercicio de la “Vía Sacra”, seguido de lecturas y un sermón. Además, aunque la hermandad aún no estaba debidamente organizada, la devoción popular llevó al Crucificado a participar en la procesión oficial del Santo Entierro el Viernes Santo de 1918, acompañado únicamente por fieles y devotos.

Fue el 7 de abril de 1918 cuando se reorganizó oficialmente la antigua cofradía de San Diego y San Acacio bajo el nuevo título de HERMANDAD DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA EXPIRACIÓN Y MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES. Este hito fue posible gracias al impulso de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, liderados por su Superior, el P. Patricio Mediavilla, quien fue nombrado Presidente Honorario en ese acto.

La primera Junta de Gobierno de la reorganizada hermandad estuvo compuesta por Francisco González como Hermano Mayor, José Guerra como Vicepresidente, Joaquín Roses como Secretario, entre otros cargos. Una de las primeras decisiones de esta junta fue instaurar una función mensual en honor al Santísimo Cristo de la Expiración.

El 14 de septiembre de 1918, día de la Exaltación de la Santa Cruz, se celebró una misa en honor al Santísimo Cristo de la Expiración, marcando otro momento importante en los cultos de la hermandad. En marzo de 1919, se llevó a cabo el primer quinario dedicado al Santísimo Cristo de la Expiración.

El Viernes Santo de 1919, la hermandad realizó su primera estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral como parte de la procesión oficial del Santo Entierro.

El hábito penitencial de los cofrades consistía en una túnica negra con cíngulo, cubrerrostro y capa de color morado.

Para el año 1921, la hermandad había experimentado un crecimiento considerable en el número de hermanos y había adquirido una notable presencia social. Participaron en varios eventos importantes, como la toma de posesión de Monseñor Adolfo Pérez Muñoz como Obispo de la Diócesis de Córdoba y la visita de Monseñor Antonio Pueyo del Val, Obispo de Pasto (Colombia).

Los cultos religiosos continuaron sin cambios hasta 1927, incluyendo la función mensual en honor al Santísimo Cristo de la Expiración y el quinario en Cuaresma, entre otros. La hermandad también participaba en eventos externos, como acompañar al Santísimo en la procesión de la iglesia parroquial de San Lorenzo.

Entre 1919 y 1926, la hermandad participó en la procesión oficial del Santo Entierro el Viernes Santo, aunque en 1922 tuvieron que suspender su estación de penitencia debido al mal estado de su paso procesional.

En enero de 1927, con la elección del Marqués de Boil como Hermano Mayor, la Hermandad de la Expiración entra en una nueva etapa que se prolongaría hasta finales de 1942.

Una de las primeras acciones del Marqués de Boil como Hermano Mayor fue establecer unas nuevas Reglas para la hermandad. Estas Reglas, aprobadas por el Vicario General de la Diócesis de Córdoba en agosto de 1928, no solo delinearon los propósitos y los actos de culto de la corporación, sino que también introdujeron disposiciones que regulaban su estructura organizativa, los derechos y deberes de sus miembros, así como la disposición de los bienes en caso de disolución.

Con el marco normativo establecido, la Junta de Gobierno se dedicó a elevar el prestigio de los cultos dedicados a los Sagrados Titulares y a mejorar la estación de penitencia que la hermandad realizaba el Viernes Santo como parte de la procesión oficial del Santo Entierro.

Para aumentar la importancia de los cultos, el Prelado de la Diócesis de Córdoba otorgó indulgencias a los fieles que asistieran al quinario en honor al Santísimo Cristo de la Expiración. Además, se instauró una práctica singular: todos los viernes del año, a las tres de la tarde, se tocaban treinta y tres campanadas en la Real Iglesia de San Pablo para invitar a los fieles a rezar una oración al Santísimo Cristo de la Expiración, con lo cual se concedían cincuenta días de indulgencia.

Con el objetivo de mejorar la estación de penitencia, en julio de 1927 se lanzó una suscripción popular para financiar un nuevo paso procesional para el Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima del Silencio. Gracias a las contribuciones de numerosos devotos, empresas y entidades públicas, el proyecto se completó en mayo de 1928. El nuevo paso, elaborado por Guillermo Nieto Guerrero de Sevilla, fue estrenado en la estación de penitencia de 1929.

En mayo de 1930, la Marquesa de Boil donó un manto y una saya de terciopelo negro bordados en oro fino por las Religiosas Adoratrices para María Santísima del Silencio. Estas piezas, que se siguen utilizando en la actualidad, realzaron la belleza de la Dolorosa en la estación de penitencia.

Con estas iniciativas, la Junta de Gobierno logró fortalecer tanto los cultos internos como la estación de penitencia, lo que resultó en un aumento significativo del número de hermanos.

En esta segunda etapa después de la reorganización, la hermandad participó en la procesión oficial del Santo Entierro en el Viernes Santo de los años 1927 a 1931, en 1935 y de 1937 a 1941. Sin embargo, en los años 1932, 1933, 1934 y 1936, debido a la situación política y social del país, la hermandad no realizó la estación de penitencia. A pesar de ello, mantuvo sus cultos internos según lo establecido, como la función mensual en honor a los Sagrados Titulares y el quinario en Cuaresma, así como la celebración de la Santa Misa en fechas significativas como el 3 de mayo y el 14 de septiembre.

En 1942, la hermandad se enfrentó a una crisis institucional que llevó a su exclusión de la procesión oficial del Santo Entierro en Semana Santa de ese año. A partir de entonces, su actividad se limitó a la celebración de cultos internos, principalmente gracias al esfuerzo de las damas camareras, lideradas por la Marquesa de Boil.

La crisis que se inició a principios de 1942 culminó con la elección de Pedro Moya Cerezuela como Hermano Mayor en enero de 1943. Moya Cerezuela tenía la intención de darle a la hermandad una nueva identidad.

A nivel institucional, la corporación modificó su título, adoptando el nombre de «Real Venerable e Ilustre Hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración», un precedente directo del título que ostenta en la actualidad.

En el aspecto social, la hermandad pasó a estar compuesta principalmente por jóvenes estudiantes, quienes contribuyeron de manera extraordinaria a dinamizar la institución. Tanto fue así que en la asamblea general de 1945 se decidió incorporar el apelativo de «Cofradía de Estudiantes» al título de la corporación.

Desde una perspectiva estrictamente cofrade, el objetivo del nuevo Hermano Mayor era restaurar el espíritu de las antiguas cofradías penitenciales de Semana Santa, proyectando una imagen de austeridad y penitencia al exterior.

Para lograr esto, se adquirieron insignias acordes con la nueva impronta de la cofradía y se adoptó un nuevo hábito penitencial, compuesto por una túnica negra de cola, cubrerrosto negro, cinturón de esparto y alpargatas sin calcetines.

Bajo estas premisas, la cofradía volvió a realizar la estación de penitencia en Viernes Santo en 1943, aunque ese año, debido al mal tiempo, no logró salir de la Real Iglesia de San Pablo.

Durante los años 1944 a 1946, la corporación participó en la procesión oficial del Santo Entierro como lo venía haciendo tradicionalmente.

En 1947, la hermandad logró un hito histórico al realizar la estación de penitencia de forma autónoma, desvinculándose de la procesión oficial del Santo Entierro. Sin embargo, para lograr este cambio, la cofradía tuvo que aceptar realizar su estación el Martes Santo, en lugar del Viernes Santo, como era costumbre.

Al abandonar la procesión oficial del Santo Entierro, la cofradía dejó de realizar la estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral, limitándose a un recorrido por el centro comercial de la ciudad.

En 1956, la cofradía adoptó un nuevo itinerario para su estación de penitencia, alejándose del centro comercial y transitando por lugares más recogidos para fomentar el recogimiento. Este cambio se mantuvo hasta 1961.

En cuanto a los cultos internos, la hermandad mantuvo el quinario anual en Cuaresma en honor al Santísimo Cristo de la Expiración, así como otras celebraciones.

Entre 1943 y 1956, la hermandad experimentó un florecimiento, avanzando en su patrimonio y realizando mejoras significativas, como la restauración de la imagen del Cristo, el traslado de los Sagrados Titulares a una nueva capilla y la adquisición de un nuevo paso procesional.

A partir de 1956, la actividad de la hermandad comenzó a decrecer, reflejando una tendencia general de declive en las cofradías penitenciales. A pesar de los esfuerzos de la Junta de Gobierno, en 1962 la cofradía no realizó su estación de penitencia debido a una nueva crisis.

La historia de la Hermandad de la Expiración desde la década de 1960 hasta la actualidad muestra una notable revitalización y evolución tanto en su organización interna como en sus actividades sociales y culturales.

Después de un periodo de crisis a principios de la década de 1960, la hermandad experimentó un renacimiento impulsado por un grupo de jóvenes cofrades liderados por José Flores Revuelto. Desde entonces, se han implementado numerosas iniciativas para fortalecer la participación de los miembros y su compromiso social.

La actualización de las Reglas en 1966 refleja un enfoque más inclusivo y participativo, alentando una mayor colaboración y compromiso entre los hermanos. Se estableció un lema, «la hermandad es todo el año», para fomentar una participación continua más allá de la Semana Santa.

La hermandad también ha ampliado su alcance social, colaborando con organizaciones como Caritas Diocesana y PROCLADE BETICA, apoyando proyectos para estudiantes necesitados y realizando recogidas de alimentos para comunidades desfavorecidas.

En el ámbito cultural, la hermandad ha promovido conferencias, cursillos y programas de radio sobre la Semana Santa, así como actividades abiertas al público en general, como el ciclo de conferencias «Los viernes de la Expiración» y la participación en la feria de mayo de Córdoba.

El compromiso con la comunidad también se refleja en la creación de un Grupo Joven en 1974 y la formación de la primera cuadrilla de hermanos-costaleros en 1975, abriendo nuevas oportunidades de participación para la juventud.

En cuanto a los aspectos religiosos, la hermandad ha mantenido una intensa vida de culto interno, con una variedad de celebraciones que incluyen quinarios, fiestas principales, Vía-Crucis y actos especiales en honor a los titulares de la hermandad. La incorporación de la banda de música y el trío de música de capilla en el cortejo procesional ha contribuido a crear un ambiente de recogimiento durante la estación de penitencia.

El patrimonio de la hermandad también ha experimentado un crecimiento significativo, con la adquisición de nuevas imágenes y elementos procesionales, así como la creación de obras de orfebrería y bordado de alta calidad.

El proceso que llevó a la Coronación fue un esfuerzo colectivo, una muestra de unidad y devoción. Desde la recepción en audiencia por el Obispo hasta el Cabildo General Ordinario de hermanos, cada paso fue dado con determinación y entusiasmo. La aprobación del expediente de Coronación y la lectura del decreto por parte del Prelado fueron momentos de alegría y gratitud para todos los cofrades.

Los preparativos para la Coronación no solo involucraron aspectos litúrgicos, sino también culturales y sociales. La presentación del cartel, el ciclo de conferencias y el pregón fueron oportunidades para profundizar en la fe y la devoción mariana. Además, los gestos de solidaridad, como los donativos a la comunidad parroquial y el almuerzo para los ancianos, reflejaron el compromiso social de la hermandad.

El día de la Coronación, con la Misa Pontifical presidida por el Obispo, fue un momento de solemnidad y emoción. La imposición de la corona a Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos, diseñada por Luis Álvarez Duarte y cincelada en oro, fue un acto cargado de simbolismo y belleza. La procesión posterior, acompañada por la música del Regimiento de Infantería Soria Nº 9, fue una expresión de júbilo y gratitud.

Los días posteriores, con el triduo de acción de gracias, el besamanos extraordinario y la misa en memoria de los fallecidos, fueron momentos de reflexión y celebración. La Coronación no solo fue un reconocimiento externo, sino también una oportunidad para renovar el compromiso de la hermandad con su fe y su labor social.

En resumen, la Hermandad de la Expiración ha evolucionado desde una crisis inicial hasta convertirse en una institución vibrante y activa, comprometida tanto con sus miembros como con la comunidad en general. Su enfoque inclusivo, su compromiso social y su rica vida de culto la han convertido en un pilar importante de la vida religiosa y cultural de Córdoba.

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