La Hermandad de la Soledad de Sevilla tuvo un origen ligado al esplendor de la ciudad en el siglo XVI, cuando Sevilla era un importante centro cosmopolita debido a su monopolio comercial con América. La cofradía se fundó oficialmente en 1557 y sus reglas originales fueron modelo para otras cofradías en Andalucía y América. Inicialmente, la hermandad residía en el monasterio de Santo Domingo de Silos y luego se estableció en la Casa del Carmen calzado de Sevilla en 1575, donde construyó una gran capilla que fue alabada por su tamaño y esplendor.

En el siglo XVII, la hermandad experimentó cambios tanto en su organización interna como en sus formas externas. Se renovaron las reglas en 1617 y se introdujeron nuevas prácticas, como la elección del hermano mayor y la fijación de la fecha de elección de los oficiales. También se llevaron a cabo importantes obras de renovación en la capilla, incluyendo la decoración con pinturas murales y la construcción de un altar mayor tallado en madera.

Durante el siglo XVIII, la hermandad experimentó una integración significativa de la nobleza sevillana, con numerosos miembros de la mesa directiva que ostentaban títulos nobiliarios. La relación estrecha con la Real Maestranza de Caballería de Sevilla fue destacada, con muchos miembros de la hermandad ocupando cargos importantes en ambas instituciones. Además, algunos miembros de la hermandad ejercieron poder en la administración colonial española en América.

Sin embargo, a principios del siglo XIX, la hermandad sufrió una importante pérdida con la destrucción de su gran capilla durante la invasión francesa en 1810. A pesar de intentos de reconstrucción, la hermandad entró en una profunda crisis durante la primera mitad del siglo XIX, con la pérdida de documentos y la falta de actividades procesionales.

La hermandad fue revivida en la década de 1860 gracias a figuras históricas como Rafael Manso Domonte y José Bermejo Carballo, quienes lideraron la reconstrucción y revitalización de la cofradía. Aunque se intentó reconstruir la capilla en la Casa Grande del Carmen, esto no fue posible, y la hermandad se trasladó a diferentes ubicaciones antes de establecerse en la iglesia parroquial de San Lorenzo.

En el siglo XX, la hermandad experimentó un renacimiento bajo el liderazgo de figuras como Antonio Petit García y José de Rueda Carrión. Se llevaron a cabo importantes obras de restauración y renovación de enseres procesionales, y se fortalecieron las actividades religiosas y sociales de la hermandad. En 1977, la hermandad se fusionó con la Hermandad del Santísimo de San Lorenzo, lo que marcó un hito en su historia.

En la época contemporánea, la hermandad ha continuado con actividades de restauración, renovación y participación en eventos religiosos y sociales. La restauración de la imagen de la Virgen de la Soledad en 1985 y la creación del Sobre de la Caridad en la década de 1960 son algunos de los hitos destacados. La hermandad ha mantenido su presencia en la Semana Santa de Sevilla y ha sido una parte activa de la vida comunitaria en el barrio de San Lorenzo.